Y yo, aquí me resigno a hablar con la soledad, de vez en cuando escucho el susurro del viento
que me responde con toda calma, y el tiempo escribe que guarde mis esperanzas, que
a las 8 de la mañana hay que elaborar, los pájaros vuelan y nunca volverán,
pero siempre estará la madriguera que los vio crecer.
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