La casería de la verdad se acabó y mi mente
despierta de este coma para soplar en tu oídio las tristes notas de melancolía que
no puedo escribir. Las esperanzas que
derramaban mi alma, de ser comprendido, para desarmar cada nudo de mi garganta
en ti, se fueron con cada palabrada que dibujada nuestra historia. Quizás creía
responderme, y ciegamente lo tuve que hacer, pero la justicia apuntaba a cada
palabra aceptándola como fidedignas. Aún
así, con mil verdades que ya se sabían, La lluvia siguió asomándose en mis
mejillas, cumpliendo este paisaje en una eterna despedida para ambos.
“Las palabras fluyeron como aquel rio que ahogó
toda su respuesta”
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